La IA te hará trabajar

La IA no está destruyendo el trabajo, está mostrando para qué sirve. Con la llegada de los agentes no hablamos de herramientas, sino de ejércitos silenciosos que ejecutan órdenes sin dormir ni dudar. El problema ya no es si van a reemplazarte, es si tienes la visión para dirigirlos en vez de obedecerlos.

¿Estoy capacitado para llevar la empresa?

¿Quién gana?

Un agente de inteligencia artificial entra en tu empresa como un becario invisible: trabaja desde el primer día, ejecuta las tareas repetitivas, libera tu tiempo. No resuelve tus problemas, te da espacio para que tú los resuelvas. Ahí es donde se separa el que delega del que lidera.

La IA no hace tu trabajo, amplifica tu capacidad. Si Google te da la información, la IA te devuelve la esencia. Comete errores, tu experiencia es el filtro.

El software ya habla como un humano, redacta, traduce, imita voces. Ya no subcontratas tareas, ahora tu ordenador es tu ayudante.

Solo hay una cosa que una IA no puede tener, personalidad. Un ordenador puede pintar, pero nunca será artista. Puede doblar, pero nunca tendrá carisma. Es un vacío útil para los que tienen vocación.

¿Quién pierde?

Es un mal momento para ser joven y empezar un trabajo.

Los agentes se especializan en lo que antes hacían los nuevos, repetir tareas simples. Todo lo que consume tiempo sin exigir profundidad está en riesgo. Cualquier persona cuya aspiración sea ir de 9 a 5 a una oficina con la intención de hacer lo mínimo posible, ya está fuera del juego.

La IA tiene una virtud cruel, elimina primero a los parásitos. Después vendrá por quienes no evolucionen. Aún no piensa, pero aprende. Y cada tarea que automatiza acerca un poco más ese punto.

El futuro es incierto, el presente no. Ya hay perfiles bajo amenaza.

La paradoja

¿Qué ocurrirá dentro de 10 años si hoy no se contratan juniors?

Un estudio de Stanford de 2024 detectó una caída del 13% en las ofertas para roles junior en el sector de programación y atención al cliente, sectores donde la IA generativa tiene alta adaptación.

Hoy, la inteligencia artificial es la herramienta de los expertos que sustituye a los principiantes. Pero cuando esos expertos se jubilen, ¿quién quedará para dirigirla?

Reemplazar a los juniors por máquinas no es eficiencia.Es una trampa evolutiva.

No todo está perdido

Se repite que los móviles vuelven tontos a los niños. Lo mismo se dijo de la calculadora y de la agenda. Son herramientas, como un cuchillo, su bondad está en el uso.

La sociedad se empeña en llamar a los jóvenes distraídos, le restan mérito a lo que consiguen por usar herramientas que facilitan las tareas. En 1986 una persona promedio procesaba 40 MB de información al día. En 2007 ya eran 34 GB. Ochocientas cincuenta veces más. La juventud no está distraída: es experta filtrando. Son más eficientes, más concentrados que nunca.

La inteligencia artificial filtra datos a escala. La mente de la generación Z trabaja igual. Son nativos tecnológicos, entienden la forma de pensar, son mejores usuarios.

No todo está perdido para quien empieza hoy. Tienen mejores herramientas para ser mejores de lo que nosotros fuimos. Con menos coste se puede llegar más lejos. Solo hace falta interés.

En esta era, conformarse es extinguirse. Las máquinas ya dominan la rutina.

Solo quienes aspiran a más seguirán teniendo propósito.

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