La mezcla perfecta
La suerte no se busca, se crea. Como cuando preparas la comida, no puedes elegir que el resultado sea bueno. Sin embargo puedes comprar los mejores ingredientes. Cocinas con paciencia, cada proceso lleva su tiempo. Picar ingredientes, poner al fuego por separado, reposo, practicar las partes que no dominas una y otra vez. Solo así se consigue la mezcla perfecta, no es cuestión de azar.
Tener éxito con un proyecto tampoco es cuestión de suerte. Tienes que trabajar para ello. Equivocarte muchas veces. Escuchar muchos “no”. Ver cómo te cierran la puerta en la cara una y otra vez. Cuando se cierra una puerta no aparece una ventana, aparece un espejo, se abre tu mente, aprendes. Y si tienes la resiliencia suficiente, antes de que te des cuenta, estarás trabajando en tu siguiente proyecto, volviendo a picar las mismas puertas, pero esta vez, con una idea distinta. Más preparado.
Cada rechazo es un paso hacia adelante.
Parece contraintuitivo, pero si lo piensas bien, no lo es. Estabas destinado a escuchar ese “no”, y cuanto antes lo recibas antes puedes pasar al siguiente. Cada cliente que te rechaza no te hace retroceder, al contrario, pone más distancia entre tú y tus competidores. Esta es la única mentalidad que te hará triunfar, entender que fallar no es fracasar, que un rechazo no es una derrota, es solo un paso más en el camino hacia la persona que te dirá que sí.
Me alegro de ser irrazonable
“El hombre razonable se adapta al mundo; el irrazonable persiste en intentar que el mundo se adapte a él. Por eso, todo progreso depende del hombre irrazonable.” -- George Bernard Shaw
Tu visión no te hace más inteligente que el resto, tampoco más tonto, ni más loco. Tu visión se forma en la unión de tu inconformidad y tu experiencia. Por eso tú puedes ver cosas que otros no ven, porque eres más inconformista o más experimentado. Recuerda que Walt Disney fue despedido de un periódico porque le faltaba imaginación. A Steve Jobs, Jeff Bezos, Elon Musk, Henry Ford… a todos les pasó, solo ellos fueron capaces de verlo.
Las visiones son intangibles, solo están en tu cabeza, si no las puedes demostrar no existen. Ese es el problema de las ideas, que su valor tiende a 0 hasta que alguien las ejecuta.
Si quieres saber si algo puede funcionar, tienes que hablar de ello. Cuéntaselo a tus amigos, a tu entorno, recibe feedback. Pierde el miedo, nadie te puede robar una idea, no existe. No te miento si te digo que a lo largo de mi vida me han ofrecido decenas de ideas. Sin ánimo de faltar al respeto, pensar que tu idea tiene valor y que alguien la va a llevar a cabo por ti. Creer que después se repartirán los beneficios es cuanto menos un sueño infantil.
De todos esos proyectos imposibles que me han propuesto, ¿sabes cuántos he robado para hacer por mi cuenta? 0.
Todo el mundo tiene sus ideas, sus proyectos, sus sueños.
No eres especial por pensar, nadie va a ejecutar los tuyos por delante de los suyos.
Un reloj roto da la hora 2 veces al día.
Las ideas no demuestran nada por sí solas. Tienes que convertirlas en algo tangible. Cualquiera puede tener una idea feliz, un día de suerte. Eso no demuestra nada, lo que cuenta es lo que eres capaz de hacer.
Solo hace falta una cosa para lanzar un proyecto: empezar a trabajar en él. El conocimiento es solo una herramienta, deja de prepararte. Para de leer libros que te dicen cómo tienes que hacerlo, no sirven. Ni siquiera la universidad te garantiza el éxito, solo es una fábrica de trabajadores.
Tu proceso será tu escuela.
Mi experiencia me ha enseñado que la única forma de aprender es durante el proceso. Igual que andar, o montar en bici. Los niños no estudian para ello, no se forman, simplemente arrancan.
Así empezó Venpass.
Recuerdo un domingo, estaba en casa, compartiendo tiempo con mi familia. De repente sonó el portero: un repartidor de Shein, ¡un domingo! Había salido con su familia a dar un paseo por la zona donde yo vivo y aprovechó para entregarme un paquete.
Pedro había interrumpido un domingo con su familia para hacerme un favor. Pasé días pensando en qué podía hacer yo por él. Cómo podría ayudarlo, tener un detalle con él, invitarlo a algo, regalarle algo de mi trabajo que hiciera su vida más fácil. Nada se me ocurría, su perfil laboral y el mío nada tenían en común.
Ese fue el trigger que hizo que Venpass tomara forma en mi cabeza. Un marketplace que ayude a los negocios locales, algo útil, descuentos que podía entregar en mano a las personas que me rodean y no como siempre vendiendo al otro lado de una pantalla. Todo está digitalizado, todo, salvo la calle.
El tiempo que pasó desde que la idea apareció en mi cabeza hasta que empecé a ejecutar es el tiempo que se tarda en crear un proyecto en github, 3 clicks. En un par de tardes ya tenía un MVP funcional para lo que necesitaba, demostrar que existe un modelo de negocio.
El reto
Venpass no es solo una idea más, no es un proyecto que hacer tras una pantalla. Venpass requiere calle. Contactar con negocios para añadirlos a la red, dar a conocer el sistema a clientes. Algo que está fuera de mi zona de confort, un reto, algo desconocido que me hace sentir igual que cuando tenía 20 años y recién empezaba.
Por fin todo encaja: mi experiencia, mi curiosidad, mis ganas de ayudar, de contactar con personas después de 12 años de trabajo remoto. Mi cabeza funcionaba ahora como un reloj, cada aprendizaje sacado de proyectos anteriores era un engranaje, cumplía su función en este.
Desde el primer día me lancé a la calle, y fue ahí donde moldeé mi pitch. Donde aprendí de verdad. Empecé sin nada, hablando con negocios a puerta fría. Siempre me ha gustado escribir, así que apuntaba lo que aprendía cada día. Cada oportunidad era una enseñanza.
Pasé de ir con las manos vacías a llegar con un montón de papeles. Mi forma de expresarme mejoró, sustituía palabras, en vez de decir oferta digo promoción. En vez de ofrecer publicidad sin coste, ofrezco ayuda para captar nuevos clientes.
La calle me enseñó más que cualquier libro de ventas.
Un nuevo aprendizaje
Quiero que pienses en aquello en lo que eres el mejor. Algo en lo que no conozcas a nadie que te supere. Si tuvieras que montar un negocio relacionado, ¿qué parte harías tú?
La respuesta cambiará la forma en la que emprendes por completo. Lo que mejor sabes hacer es lo que mejor sabes delegar. No te hablo de que hagas algo en lo que eres completamente inútil, tampoco de que hagas algo que no te gusta. Te hablo de tu proyecto, de tu bebé, la visión que solo tú puedes llevar a cabo. Tu área de máximo expertise, la que dominas por completo, esa es la parte donde puedes liderar un equipo sin estar en la trinchera. Sabes lo que hay que hacer, cómo hay que hacerlo, los problemas que van a tener y cómo resolverlos.
Toda mi vida había estado equivocado, creía que tenía que buscar un equipo que me complementase, uno donde fuésemos expertos en terrenos diferentes para poder brillar. “Contrata a personas más inteligentes que tú, que hagan su trabajo mejor de lo que tú lo harías” -- Jack Ma
Con Venpass entendí que hay una parte donde yo soy imprescindible: la visión. Solo yo sé los pasos que hay que seguir y el orden en el que hay que darlos. Otra parte en la que soy necesario: contactar con negocios. Es vital para que el proyecto funcione y aún no soy el mejor en ello, tengo que entender cómo funciona cada detalle para luego poder delegarlo. Para el resto, soy totalmente reemplazable, cualquiera puede hacerlo, y si no saben, yo puedo enseñarles.
Un creador es perfeccionista. Quiere plasmar su idea tal y como la diseñó. No deja nada al azar, no permite que otro ejecute peor que él, su ego es más grande que el proyecto.
Un líder pone la misión por delante de sí mismo. Delega aunque no salga perfecto. Si el proyecto avanza, la misión avanza.