Los dos fracasos del emprendedor

Tener buenas ideas no te convierte en un emprendedor de éxito. Al contrario, es una causa de fracaso.

The shiny object syndrome

¿Cuántos proyectos has empezado?

La tecnología avanza más rápido que nuestra capacidad de adaptarnos. Estar al día es la excusa perfecta para evitar la disciplina cuando lo nuevo deja de ser emocionante.

¿Cuántos proyectos has terminado?

Cada semana aparece una oportunidad “irresistible”. Un nuevo modelo de negocio, una nueva moda en redes sociales o la nueva respuesta de la IA que te hace creer que vas a conseguir todo lo que te propongas sólo con preguntarle.

El síndrome del objeto brillante es la acción de saltar de un proyecto a otro buscando la dopamina del nuevo comienzo. Cuando esa emoción muere, solo queda vacío. Te subes al siguiente tren con la esperanza de volver a sentir la gloria. Vives de sueño en sueño pero nunca despiertas.

No eres útil.

Motion over progress

¿Cuánto te retorna cada hora de trabajo extra?

Más trabajo no es más progreso. Si estás avanzando en la dirección equivocada, simplemente te estás hundiendo más hondo.

Empujar sin dirección solo construye cansancio. El trabajador incansable solo piensa en empujar, no tiene en cuenta hacia donde se está moviendo. Ahoga su fracaso con más trabajo. El esfuerzo debe estar alineado con un sistema que multiplique resultados.

Recuerdo cuando era más joven, admirando desde la ventana de casa a mi padre trabajar sin fin: en su trabajo, en la finca, haciendo extras por las tardes. Un día me dijo que en su lápida pondría “trabajador”.

Seguí su ejemplo mucho tiempo hasta que descubrí la hard work trap: La trampa que te hace creer que más horas significa más progreso, pero que en realidad, te convierte en el perfecto empleado. Especialista en ejecutar la visión de otro. Incapaz de crear la suya propia.

Eres útil para otros.

El tercer camino. The builder’s path

Empezar diez cosas y no terminar ninguna tiene el mismo resultado que no hacer nada.

Un constructor no se define por una única característica. Es capaz de moverse entre los objetos que brillan sin distraerse. Trabaja duro, pero elige con inteligencia dónde su esfuerzo suma.

El emprendedor real no cae en ningún extremo. Integra lo que sirve y mata lo que sobra. 

El constructor vive con curiosidad enfocada, observando todo pero incorporando sólo lo que encaja en su visión. Su disciplina es inteligente, no mide horas vacías, mide resultados que se multiplican. Tiene la capacidad de matar lo que no sirve, sin apego al pasado ni enamoramiento por el futuro. Y sostiene una visión de largo plazo, clara y firme, mientras ajusta lo inmediato sin perder la dirección.

El emprendedor no corre detrás de lo brillante ni calma su mente con horas vacías de trabajo. Un emprendedor construye. Su dopamina no viene de perseguir nuevas ideas, su disciplina nace de una visión fuerte.

Únete y recibe píldoras de información que cambiarán tu destino