Una repetición más

La diferencia entre una persona de éxito y otra que no, es que la primera nunca se rindió.

El músculo del fallo

El ser humano aprende por repetición. Desde bebés imitamos a nuestros padres, nos caemos mil veces antes de dar el primer paso. No nos rendimos, nos levantamos.

Es curioso cómo los niños primero tienen la fuerza, pero su mente aún no sabe dirigirla. Tienen la energía, pero no la coordinación. Lo mismo ocurre cuando empiezas un proyecto, la ilusión llega antes que la experiencia.

En deportes, el entrenamiento al fallo consiste en repetir un ejercicio hasta que el músculo se agota, falla. En la siguiente sesión, es más resistente y llega más lejos.

La analogía del deporte se aplica también al emprendimiento. Tu primer proyecto fallará, el segundo llegará un poco más lejos, una repetición más. Si eres constante, entrenarás lo suficiente hasta conseguir tu meta. No por suerte, sino por esfuerzo y aprendizaje.

Terminalo

Mejoramos cuando somos capaces de hacer un ciclo completo. Nadie compra un producto no terminado.

Cada fase de la creación de un producto es importante. La planificación determina la viabilidad del proyecto. La construcción es la responsable de que exista el producto. La exposición al mercado valida toda la cadena.

Empieza pequeño, termínalo. El mercado te enseñará más que cualquier plan. Sin tener en cuenta el resultado, tu siguiente empresa será un poco más grande, es la forma de evolución natural.

Solo quien desconoce la complejidad se atreve con lo imposible. Creer que podemos hacer algo difícil, porque precisamente no sabemos su magnitud. Empezar un monstruo que no seremos capaces de terminar y cuya única enseñanza será, que elegimos mal.

Nadie compra un coche que no está terminado, es mejor empezar fabricando una patineta.

Lo que los ojos no ven

Estar pegado al tronco de un árbol no te permite ver el bosque. Eso es lo que pasa cuando estás enfocado en tu objetivo y no valoras todo lo que consigues por el camino.

Recuerdo cuando era jóven y empezaba en el mundo laboral. Empecé trabajando en empresas de videojuegos, el sueño de niño. Era un buen trabajo pero yo quería más, quería desarrollar las ideas que tenía en mi cabeza. Sacaba un videojuego y sin ayudarlo a crecer ya empezaba a hacer el siguiente, disfrutaba más construyendo que vendiendo.

El resultado fueron diez juegos en el mercado pero sin ventas y sin dinero. En aquel momento no entendía nada. No sabía de ventas, ni tampoco sabía porque mis juegos no se vendían. Lo único que sentía dentro era fracaso.

Hoy, más de una década después, aún sigo obteniendo los beneficios de aquella loca etapa. Mi sueldo no ha dejado de crecer con mi experiencia. He visto como muchos compañeros se quedaban atrás porque no cumplían requisitos que yo sí. Estudiamos lo mismo, pero yo había desarrollado varios proyectos de principio a fin. Los había llevado al mercado, había cumplido el ciclo del producto y cada uno me había enseñado algo distinto.

El laberinto del éxito tiene más de una salida.

Es difícil verla mientras estás dentro, pero si no te paras, acabas llegando a una meta.

El verdadero objetivo

Todos los humanos quieren lo mismo: vivir bien.

El dinero no mide la felicidad. Lo bonito de la vida es que no importa tu punto de partida, solo cuenta lo que has avanzado.

La felicidad está en el progreso, puedes disfrutarla antes de llegar a la meta.

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